La pandemia que atravesamos desde principios del año pasado ha representado cambios numerosos en lo que se refiere a rutinas diarias, modos de hacer las cosas. El aislamiento también significó un impacto en la conducta de las personas, frente a la incertidumbre de la situación. En conversación con Diario Los Andes, recalcamos algunos aspectos sobre la utilización de psicofármacos y su aumento debido a estas condiciones mencionadas.
En base a estos aspectos es que El Observatorio de Adicciones y Consumos Problemáticos de la Defensoría del Pueblo bonaerense advirtió sobre un fuerte aumento en el consumo de psicofármacos durante el 2020. Sin contar alcohol y cannabis que son también drogas psicoactivas. Desde la Asociación de Psiquiatras de Mendoza sabemos que se trata de una tendencia previa al año 2020, pero podemos decir que la pandemia aumentó el aumento. También vemos que es algo multicausal, entre ellas podemos nombrar algunas:
- Falta de recursos emocionales de la población.
- Baja tolerancia a la frustración.
- Variables del mercado de la industria, entre otras.
Un aspecto a recalcar sobre el tema es que más que un incremento de casos de pacientes con cuadros que hayan necesitado medicación psiquiátrica, lo que existe es mayor automedicación y medicalización con bajo criterio de los procesos adaptativos por dificultades de convivencia o socioeconómicas. El psicofármaco se ha transformado en un atajo frente a la desesperación y la desolación que la gente transita día a día.
En cuanto a la composición particular de los psicofármacos, dos en particular se destacan en su venta, vendidos bajo receta archivada. Se trata de Clonazepam y Alprazolam, cuya tasa de crecimiento de la cantidad de unidades dispensadas supera varias veces el promedio general, que han sido recetados por todo tipo de prescriptor, según la Confederación Farmacéutica Argentina.
Lo importante ante esta situación es pensar en los efectos adversos del consumo de psicofármacos. Entre ellos podemos mencionar:
- El síndrome de discontinuación (abstinencia frente al cese del consumo)
- El aumento del riesgo de sangrado gastrointestinal.
- El riesgo de malformaciones fetales.
- La sedación diurna.
- La disminución de reflejos, caídas y fracturas en ancianos, así como mayor riesgo de trastornos de memoria que pueden simular demencia.
- En los casos más graves, muertes “accidentales” por consumo de psicofármacos.
Una vez más, este tema nos lleva a pensar en la necesidad de implementación de políticas públicas enfocadas en el uso racional de los psicofármacos, entendida como condición por la cual las y los pacientes reciben la medicación adecuada a sus necesidades clínicas, en las dosis correspondientes a sus requisitos individuales. Esto en su mayoría lo hacen profesionales especialistas en el área de la salud mental, específicamente psiquiatras.
Como llamado a la sociedad, desde la Asociación queremos insistir en evitar la automedicación y la medicalización de la vida cotidiana, requerir siempre la atención profesional de salud mental y tener presente que estos fármacos pueden generar adicciones. Ante cualquier inquietud sobre el tema, estamos a disposición de quien lo necesite.
Comisión Directiva APSIM
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